Jordania

Aqaba, el Mar Rojo y mil anécdotas que contar

Aqaba es nuestra penúltima parada en Jordania, tras conocer Wadi Rum y Petra, aún nos queda visitar el Mar Muerto. Llegamos por la tarde a orillas del Mar Rojo, con un calor sofocante y en pleno Ramadán.

Ciudad de Aqaba

Nos instalamos rápidamente en el hotel, que se encuentra en la avenida Rey Hussein, a orillas del mar.

Aqaba es muy diferente a todo lo que hemos visto en el resto del país. Suponemos que, al ser una ciudad turística, cuenta con una serie de comodidades a cambio de perder parte de su identidad.

Lo primero con lo que nos encontramos, tras caminar unos metros es con una enorme mezquita. Se trata de la Mezquita Sharif Hussein bin Ali cuya puerta está custodiada por un enorme guardia de cara seria.

No nos atrevemos mucho a acercarnos pero en un momento dado nos lanzamos a preguntar. El hombre nos recibe con una sonrisa, nos presta ropas para taparnos y poder acceder a la mezquita. Nos indica la puerta de entrada y nos trata como si esperase nuestra visita.

Tras conocer la mezquita de Aqaba, nos disponemos a salir por el mismo lugar. Los fieles le dejan propinas y cuando nos disponemos a hacer lo mismo, nos responde amablemente que no quiere dinero. Nos despedimos de nuestro nuevo amigo y nos dirigimos a un mercado cercano.

Mercado de Aqaba por la noche

En Ramadán, desde la mezquita y a la caída del sol, se avisa a los fieles que ha llegado la hora de interrumpir el ayuno.

Nosotros hemos visto un mercado cercano y decidimos dar una vuelta. La zona, como todos los mercados, está llena de vida. Pero antes, paramos a comer algo un durum, que nos encanta. No lo podemos remediar.

De pronto pasamos por puestos callejeros y varias tiendas. Incluso una peluquería. Todos nos miran con curiosidad pues somos diferentes.

Nos encontramos con un señor que no se separa de su pájaro. Lo trata como a su hijo y no lo deja a solas ni un segundo.

Tras el paseo nocturno por Aqaba, decidimos que es hora de descansar y volver al hotel. Al regresar, vemos a varios hombres fumando la shisha o narguilé. Nos gustaría hacerles una fotografía pero hay uno de ellos que nos mira tan serio que nos da un reparo…

De repente nos acercamos y les pedimos permiso en nuestro inglés básico. Nuestra sorpresa es enorme cuando nos permiten sacarles todas las fotos que queramos. En este momento nos damos cuenta de todos nuestros prejuicios y de que el mundo es mucho más amable de cómo lo pinta la televisión.

¿Disfrutando del Mar Rojo?

De buena mañana nos levantamos y, siendo honestos, arrasamos con el buffet. Nos preparamos para ir a disfrutar al complejo Berenice Beach Club de un rato de playa y una excursión en barco con snorkel.

Hace un día espléndido en Aqaba y apenas hay viento. El Mar Rojo es tranquilo y casi nunca hay oleaje nos comentan.

Tras un rato en la playa, nos subimos a un barco cuyo fondo es de cristal. Pasamos alrededor de una hora disfrutando de los corales y del fondo marino. Es increíble la belleza que hay apenas a apenas unos metros de profundidad.

Por último, haremos un snorkel en grupo. Un monitor nos explica que nos tiraremos del barco y llegaremos nadando a la playa. El más lanzado de nosotros piensa que la playa pilla un pelín lejos. El otro dice aquello de ¡es una vez en la vida!

Entre las dudas y que las aletas que nos han dado nos quedan grandes, nos hemos lanzado al agua los últimos y corremos el riesgo de perder al grupo. También se nos ha ocurrido coger la cámara para grabar algo.

Pasados dos minutos hemos perdido una aleta, hemos tragado dos litros de agua y tenemos las gafas empañadas… y no nos hemos quedado sin cámara porque la llevamos atada.

Nos colocamos las aletas, las gafas y el tubo de nuevo. Hay bastante oleaje y nos ha llevado a una zona donde los corales casi asoman a la superficie. Cuando queremos reaccionar, tenemos las piernas llenas de arañazos.

Lo de coger al grupo ya si eso para otro día, hoy va a ser que con sobrevivir tenemos suficiente.

Cuando la situación se calma y vamos camino de la playa, nos dan una voz desde el barco. Nos indican que demos la vuelta, que están todos allí. En ese momento pensamos que casi nos pilla más cerca la playa que el barco.

No sin esfuerzo, llegamos al barco. Nos ayudan a subir. Cuando estamos en cubierta parecemos dos cristos yacentes. Llenos de arañazos, y sin ver un sólo coral.

Decidimos encender la cámara. ¡No hemos grabado nada! ¡No debimos apretar bien el botón! Al menos hemos sobrevivido, que no es poco. A punto hemos estado de salir en el periódico, en la sección de sucesos.

Comida

Tras el naufragio en el Mar Rojo, nos fuimos a comer uno de los productos estrella de esta ciudad costera: el pescado.

Entramos a comer en el Captain´s Restaurant, un lugar especializado en mariscos y pescados. Creemos que esto se nos dió mejor que el snorkel.

No sabemos si era el hambre que traíamos, que seguro que ayudó bastante, pero nos gustó. Nos trajeron varias cosas de picoteo y para rematar, dorada asada.

Una vez repuestas las energías tras el naufragio en el Mar Rojo, toca ponerse en marcha para llegar hasta nuestro último destino en Jordania. Esta noche dormiremos en el Mar Muerto, ¿nos acompañas?

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2 comentarios sobre “Aqaba, el Mar Rojo y mil anécdotas que contar

  1. No me hubiera gustado veros en la portada del The Jordan Times, la verdad!! Que tensión!!

    La foto de los hombres fumando es una maravilla. Muchas veces te llevas sorpresas 🙂

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